
Mamita cuéntame un cuento, le pidió Patito Cuá, a Mamá Copo de Nieve, cuando se iban a acostar.
-Muy bien, mi patito amado, hoy sin duda aprenderás de una forma divertida, hasta cincuenta a contar.
En la granja de don Paco, en la laguna encantada para agasajar la luna, hubo un concierto de ranas;
cinco estaban muy contentas, con arpas y con violines, lo hacían con gran excelencia, vestidas de querubines.
Dos con voz realmente hermosa, empezaron a cantar y lo hacían de tal manera, que todas las estrellitas en el balcón de las nubes, se asomaron a escuchar.
Entran saltando nerviosas, con su sonrisa preciosa, diez inocentes ranitas, vestidas de mariposas.
Tres estaban escondidas, entre lirios nacarados, con marimbas melodiosas que a la luna enamoraron.
Patito sabe muy bién que cinco mas dos son siete y si tu le agregas diez y luego tres, suman veinte.
Veinte ranitas reunidas, en la laguna encantada
y otras treinta suspirando, ocultas entre las ramas.
Cincuenta, son en total, las ranitas que allí estaban,
veinte cantan a la luna, treinta escuchan encantadas.
Decía el Patito Cuá, mientras sus ojos cerraba
y Mamá Copo de Nieve, con ternura le abrigaba.
-Muy bien, mi patito amado, hoy sin duda aprenderás de una forma divertida, hasta cincuenta a contar.
En la granja de don Paco, en la laguna encantada para agasajar la luna, hubo un concierto de ranas;
cinco estaban muy contentas, con arpas y con violines, lo hacían con gran excelencia, vestidas de querubines.
Dos con voz realmente hermosa, empezaron a cantar y lo hacían de tal manera, que todas las estrellitas en el balcón de las nubes, se asomaron a escuchar.
Entran saltando nerviosas, con su sonrisa preciosa, diez inocentes ranitas, vestidas de mariposas.
Tres estaban escondidas, entre lirios nacarados, con marimbas melodiosas que a la luna enamoraron.
Patito sabe muy bién que cinco mas dos son siete y si tu le agregas diez y luego tres, suman veinte.
Veinte ranitas reunidas, en la laguna encantada
y otras treinta suspirando, ocultas entre las ramas.
Cincuenta, son en total, las ranitas que allí estaban,
veinte cantan a la luna, treinta escuchan encantadas.
Decía el Patito Cuá, mientras sus ojos cerraba
y Mamá Copo de Nieve, con ternura le abrigaba.
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